La historia definitiva de conjuras y batallas en una edad ya olvidada
En una tierra donde los fuertes con el acero prevalecen sobre los débiles y pusilánimes, eturios y humanos parecen abocados a una guerra tan antigua como el tiempo. Una lucha entre mundos opuestos incitada desde las sombras por manos que se niegan a desvelar sus verdaderas intenciones. Una historia de traiciones y lealtades que entrelazará el destino de sus protagonistas de una manera que jamás habrían imaginado, empujándolos a viajar a lugares tan bellos como hostiles; a cometer actos que de ningún otro modo habrían cometido, y a presenciar el renacimiento de fuerzas que nunca antes habían creído posibles.
Óscar Gende nació en A Coruña, España, en 1984. Actualmente trabaja como Coordinador de Proyectos Tecnológicos en una empresa de ámbito internacional. De niño ya fantaseaba con escribir historias que transportasen a sus lectores a épocas y lugares remotos; soñaba con atraparlos entre el papel, como él lo había estado durante tantas y tantas noches en vela. Y, aunque siempre estuvo vinculado al mundo de la literatura de un modo u otro, leyendo con pasión, escribiendo pequeños relatos y alguna que otra historia de mayor calado que nunca compartió fuera de su entorno más cercano, no es sino ahora cuando decide dar el primer paso para publicar su proyecto más largo y ambicioso: Crónicas eturias.
Crónicas eturias: luces y sombras
«Para un humano como Últricht, los eturios apenas se diferenciaban entre sí. Eran todos de gran estatura, musculosos y con la piel tan pálida que parecían muertos. Sus ojos eran invariablemente azules, sus cabellos grises y sus rostros imberbes. [...] No resultaba sencillo determinar sus edades. Tardaban unos doce soles en convertirse en adultos, y luego, no envejecían; se mantenían jóvenes y saludables hasta que un buen día se iban a dormir y no volvían a despertarse. [...] Por supuesto, tan envidiable don tenía un precio: poco tiempo de vida.
[...] Así era el contrincante que aguardaba frente a él: Corhelm Fuerza de Oso, corpulento y poderoso incluso entre los suyos.»
«Adictiva y original. Con un universo creíble, atractivo y lleno de contrastes.»
«Un nuevo universo, basto, complejo y cuidado al detalle.»
«Desde el inicio, me vi atrapada en una vorágine de emociones y giros inesperados.»
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«Un nuevo universo, basto, complejo y cuidado al detalle.»
«Desde el inicio, me vi atrapada en una vorágine de emociones y giros inesperados.»
Los cinco primeros capítulos ¡GRATIS!
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«Para un humano como Últricht, los eturios apenas se diferenciaban entre sí. Eran todos de gran estatura, musculosos y con la piel tan pálida que parecían muertos. Sus ojos eran invariablemente azules, sus cabellos grises y sus rostros imberbes. [...] No resultaba sencillo determinar sus edades. Tardaban unos doce soles en convertirse en adultos, y luego, no envejecían; se mantenían jóvenes y saludables hasta que un buen día se iban a dormir y no volvían a despertarse. [...] Por supuesto, tan envidiable don tenía un precio: poco tiempo de vida.
[...] Así era el contrincante que aguardaba frente a él: Corhelm Fuerza de Oso, corpulento y poderoso incluso entre los suyos.»
«Para un humano como Últricht, los eturios apenas se diferenciaban entre sí. Eran todos de gran estatura, musculosos y con la piel tan pálida que parecían muertos. Sus ojos eran invariablemente azules, sus cabellos grises y sus rostros imberbes. [...] No resultaba sencillo determinar sus edades. Tardaban unos doce soles en convertirse en adultos, y luego, no envejecían; se mantenían jóvenes y saludables hasta que un buen día se iban a dormir y no volvían a despertarse. [...] Por supuesto, tan envidiable don tenía un precio: poco tiempo de vida.
[...] Así era el contrincante que aguardaba frente a él: Corhelm Fuerza de Oso, corpulento y poderoso incluso entre los suyos.»
«Para un humano como Últricht, los eturios apenas se diferenciaban entre sí. Eran todos de gran estatura, musculosos y con la piel tan pálida que parecían muertos. Sus ojos eran invariablemente azules, sus cabellos grises y sus rostros imberbes. [...] No resultaba sencillo determinar sus edades. Tardaban unos doce soles en convertirse en adultos, y luego, no envejecían; se mantenían jóvenes y saludables hasta que un buen día se iban a dormir y no volvían a despertarse. [...] Por supuesto, tan envidiable don tenía un precio: poco tiempo de vida.
[...] Así era el contrincante que aguardaba frente a él: Corhelm Fuerza de Oso, corpulento y poderoso incluso entre los suyos.»
«Para un humano como Últricht, los eturios apenas se diferenciaban entre sí. Eran todos de gran estatura, musculosos y con la piel tan pálida que parecían muertos. Sus ojos eran invariablemente azules, sus cabellos grises y sus rostros imberbes. [...] No resultaba sencillo determinar sus edades. Tardaban unos doce soles en convertirse en adultos, y luego, no envejecían; se mantenían jóvenes y saludables hasta que un buen día se iban a dormir y no volvían a despertarse. [...] Por supuesto, tan envidiable don tenía un precio: poco tiempo de vida.
[...] Así era el contrincante que aguardaba frente a él: Corhelm Fuerza de Oso, corpulento y poderoso incluso entre los suyos.»
«Para un humano como Últricht, los eturios apenas se diferenciaban entre sí. Eran todos de gran estatura, musculosos y con la piel tan pálida que parecían muertos. Sus ojos eran invariablemente azules, sus cabellos grises y sus rostros imberbes. [...] No resultaba sencillo determinar sus edades. Tardaban unos doce soles en convertirse en adultos, y luego, no envejecían; se mantenían jóvenes y saludables hasta que un buen día se iban a dormir y no volvían a despertarse. [...] Por supuesto, tan envidiable don tenía un precio: poco tiempo de vida.
[...] Así era el contrincante que aguardaba frente a él: Corhelm Fuerza de Oso, corpulento y poderoso incluso entre los suyos.»
«Para un humano como Últricht, los eturios apenas se diferenciaban entre sí. Eran todos de gran estatura, musculosos y con la piel tan pálida que parecían muertos. Sus ojos eran invariablemente azules, sus cabellos grises y sus rostros imberbes. [...] No resultaba sencillo determinar sus edades. Tardaban unos doce soles en convertirse en adultos, y luego, no envejecían; se mantenían jóvenes y saludables hasta que un buen día se iban a dormir y no volvían a despertarse. [...] Por supuesto, tan envidiable don tenía un precio: poco tiempo de vida.
[...] Así era el contrincante que aguardaba frente a él: Corhelm Fuerza de Oso, corpulento y poderoso incluso entre los suyos.»
«Óscar Gende logra lo que pocos: emocionar. […] Y es que, sus Crónicas Eturias son maravillosamente disfrutables y deslumbran, no solo por su fluidez narrativa, sino también por el perfecto y milimetrado desarrollo de sus personajes.»